30/12/13

UN AÑO. UN APUNTE DE VIDA.

Fotografía tomada de la red.


     Mientras en Irak se sigue muriendo y El Gran Criminal duerme sin conciencia, voy de casa al trabajo y del trabajo a casa, con un embrión de carta en mi cabeza. Tecleo, borro, vuelvo a teclear. Vuelan pájaros de largo recorrido.
     Mientras los muertos se secan al sol, mi hermana y yo celebramos nuestro cumpleaños alrededor de una paella.
     Mientras un ojo a ras de suelo sólo ve barro, yo veo estrellas corridas y metamorfosis en parras.
     Mientras una niña saca de un pozo un cubo de agua enlodada, yo abro el grifo, lleno un vaso y lo dejo cerca de la pantalla del ordenador donde Estrella vende los mejores percebes del mercado.
     Mientras África llora, yo río la ocurrencia de una chica de mi centro de trabajo.
     Mientras la soberbia intenta cargar sus muertos sobre otras espaldas, yo cocino frutos del mar.
     Mientras asaltan un barco de ayuda a Gaza, doy los últimos toques a una historia de mares embravecidos y naufragio de pateras.
     Mientras la burbuja inmobiliaria estalla y vuelan los buitres con los bolsillos llenos, yo me enfado con las palabras que no quieren venir en mi ayuda.
     Mientras unos cuerpos revientan con la metralla y sus madres lloran, yo sonrío cuando sorprendo al mayor acariciando al menor de mis hijos.
     Mientras un niño tira de la teta desinflada de su madre, yo preparo unas verduras al vapor.
     Mientras un indigente es fagocitado por sus costras en California, yo me manifiesto contra la reforma laboral y la privatización de la sanidad.
     Mientras cada segundo mueren niños de hambre, yo intento calcular en la cola de la pescadería por cuánto me va a salir el arroz con bogavante de fin de año. 
      Un año. Un apunte de vida. 

22/12/13

LA COMPRA

Imagen tomada de la red.


Siento el brazo largo de la Navidad el día en que voy a comprar a mi súper y en el lugar donde estaban los boquerones, hay una montaña de langostinos tigres y gambas. Adiós a mi pescado favorito hasta el nuevo año, me digo. Empujo el carro por el pasillo en busca del pan Bimbo y las tostadas integrales, pero me encuentro con los turrones, los mantecados, las almendras, los bombones y las frutas escarchadas. Me acerco entonces a la carnicería, pido mi tapilla de siempre y el carnicero me dice que de eso no hay, que me lleve medio cordero lechal o cochinillo. Tiene el mostrador atiborrado de carne muerta. Me encamino hacia la charcutería, pero antes de llegar veo que han quitado los codillos de jamón y venden patés y fiambres de pavo relleno, lechón asado y otros delicatessen que me echan para atrás. Salgo con la cesta vacía cuando, al pasar por consigna, observo  un portacedés abierto sobre el mostrador. Me acerco y leo: “Selección de los mejores villancicos”.  Cojo el portacedés, lo guardo en el bolso y cuando estoy en la calle lo tiro en una papelera.

14/12/13

LAS PARTÍCULAS EN LA MICROBIBLIOTECA

 
Tomada del blog.



Voló y se posó entre otros grandes-pequeños libros mi Partículas en suspensión.

Y para quien quiera leer la excelente entrada que ha hecho La Microbiblioteca, puede pinchar aquí.

12/12/13

ZOMBILANDIA

Tomada de la red.


Desde el ventanuco, señaló con un dedo huesudo el esqueleto  abandonado en la calle y me acusó de asesinato y resistencia a la autoridad sin prueba alguna. Desfogó sus problemas de bragueta con una andanada de golpes. Olisqueé el sudor de su camisa de segurata. Babeé de gusto. Su boca, rojo chillón, me sedujo como el más jugoso de los alimentos de aquella ciudad devastada por el virus. Sólo quería probar. Un mordisco, luego otro... No pude parar hasta el final. ¡Y cómo gritaba de gusto el condenado!

7/12/13

COMUNICACIÓN

 
“¿Quieres que te cuente el cuento de pan y pimiento y de rábano asado?”, me preguntaba mi abuelo. “Sí”, le contestaba yo. “No te digo ni que sí ni que no. Lo que te digo es que si quieres que te cuente el cuento de pan y pimiento y de rábano asado”, insistía. Entonces contestaba no y él repetía lo mismo hasta que me cansaba y me iba. Aquello no tenía ningún sentido para mí pero siempre le seguía el juego un rato. Mi abuelo vivía solo, con mis padres, mi hermano y yo, y era el único cuento que sabía.